Las ideologías
(por Carlos A. Trevisi)
Contrariamente a lo que sucede normalmente durante la primera etapa de la vida, que autoriza búsquedas que desacatan el llamado de la realidad, de pronto, gracias a un ejercicio intelectual y volitivo que nunca cesa, uno se ve respondiendo a la convocatoria de los hechos. Se descubre entonces que no es uno el que elige los “temas”: es la realidad la que nos convoca, haciéndonos actuar en respuesta a sus estímulos. Anonadado, uno ve , entonces, que las cosas cobran una grandeza que antes jamás tuvieron. Su brutal presencia nos lanza a la aventura de penetrarlas hasta abrasarnos en ellas. Esta movilidad, gracias a la cual cierra dialécticamente nuestra comprensión del mundo (convocatoria de la realidad / aceptación de la convocatoria / aprehensión/ transformación de variables y reinserción) nos permite rever relaciones que habían cristalizado en el campo de las ideas precisamente porque sus términos no habían sido sometidos a esa circularidad; su inmovilidad las había degradado hasta el punto de convertirlas en dogma, en creencia, en verdad-porque-desde-siempre-lo-fue, es decir, en mentira. Este análisis desvela que las ideologías no bastan para ”ver” el mundo, que hace falta algo más.
Contrariamente a lo que sucede normalmente durante la primera etapa de la vida, que autoriza búsquedas que desacatan el llamado de la realidad, de pronto, gracias a un ejercicio intelectual y volitivo que nunca cesa, uno se ve respondiendo a la convocatoria de los hechos. Se descubre entonces que no es uno el que elige los “temas”: es la realidad la que nos convoca, haciéndonos actuar en respuesta a sus estímulos. Anonadado, uno ve , entonces, que las cosas cobran una grandeza que antes jamás tuvieron. Su brutal presencia nos lanza a la aventura de penetrarlas hasta abrasarnos en ellas. Esta movilidad, gracias a la cual cierra dialécticamente nuestra comprensión del mundo (convocatoria de la realidad / aceptación de la convocatoria / aprehensión/ transformación de variables y reinserción) nos permite rever relaciones que habían cristalizado en el campo de las ideas precisamente porque sus términos no habían sido sometidos a esa circularidad; su inmovilidad las había degradado hasta el punto de convertirlas en dogma, en creencia, en verdad-porque-desde-siempre-lo-fue, es decir, en mentira. Este análisis desvela que las ideologías no bastan para ”ver” el mundo, que hace falta algo más.
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