El pragmatismo de Occidente ¿o su miseria?

lunes, octubre 10, 2005

Aznar y Zapatero

(por Carlos A. Trevisi)
Acerca de las diferencias entre ellos

Aznar es un animal político. Es un “hacedor” de política. Como Menem, como Fidel Castro, como Chávez. Es el hombre que pone en acto lo que su instinto le dicta. No es reflexivo más allá de lo que las meras circunstancias le van mostrando; es de proyectos “hic et nunc”. Ataca y se defiende como una fiera: no tiene compasión ni de sí mismo, por eso miente mirando a los ojos. El poder pasa por él.
Sus militantes – se milita en Aznar- son obedientes, convencionales, prudentes, inflexibles, fríos, monológicos, tal cual él mismo: animales políticos a los que les es ajena la alteridad.

Zapatero no es un animal político; es un intelectual que excede el marco de la política: prologó un libro de Borges; su mujer es una mujer de la cultura, su familia es representativa de la cultura. Él, como intelectual que es, parte de los demás. Piensa, tiene dudas. Nadie que parta de los demás puede ser un animal. Es compasivo; por eso sonríe mirando a los ojos: sabe que el poder pasa por todos.
Los militantes del PSOE – Zapatero no tiene milicia- son desobedientes, críticos, escandalosos y calientes; flexibles y dialógicos, tal cual Zapatero: capaces de ponerse en común pese a su diversidad.

Zapatero llevó adelante su relación política con Aznar a partir de lo que es Aznar. A los animales no se los puede irritar: hay que ofrecerles resistencia. La resistencia sólo pueden ejercerla los que manejan el tiempo, los que no tienen apuro porque saben que tarde o temprano minarán al adversario. Llevó la relación con calma, sin asperezas. La estrategia no pudo ser mejor. Le ganó en todos los terrenos.

La diversidad ya se ha hecho con el gobierno.
Sólo falta que, a partir de sus calidades, sin traicionarlas, se haga con el poder.
Y ahí tenemos que estar todos los que entendemos que la vida es algo más que un bienestar prestado al más bajo interés.