El "Estatut", el PP, la mentira, Zapatero y el diálogo
(por Carlos A. Trevisi)
Decir que todos los polìticos mienten es una forma de bombardear la democracia. Y no porque no mientan, sino porque desde esa premisa los condenamos hasta cuando no mienten. En este caso decimos que son débiles. Aznar era un presidente fuerte, se decía; en cambio se dice de Zapatero que es débil.
Aznar hacía lo que quería prescindiendo de los demás, era monológico. En el logro de sus objetivos mentía, sabedor que cuando se decubriera su mentira ya habría cumplido su propósito y la gente a lo sumo diría, "¡si todos mienten!", tal cual sucedió con la Guerra de Irak.
Zapatero no miente (por lo menos hasta ahora no me he dado cuenta de que lo haga) y ha demostrado que, en su "debilidad" cumplió con su palabra rigurosamente: retiró las tropas de Irak, satisfizo necesidades sociales que hasta este momento los "fuertes" no habían abordado y mil "detalles" más que el PP no ha admitido.
Una vez más los peperos le saltan al cuello por el "estatut" catalán. Según dicen los mismos que señalaron el desastre cuando Ibarreche vino a Madrid con su propuesta, España está al borde de la disolución.
Va de suyo que tanto Maragall y como Carod no son, seguramente, lo que Zapatero hubiera deseado como compañeros de ruta, pero la habilidad del político no consiste en decir que no, sino en convencer a los demás; en este caso puntual, de que existen límites que no se pueden pasar. Esta tarea lleva tiempo, es más azarosa, autoriza miles de opiniones no siempre leales, detracciones, genera desgaste, impacienta, y hasta inquieta.
Pero no debe preocuparnos porque su fundamento es el diálogo, algo que las derechas no practican, algo que los apuros cotidianos nos van arrebatando, pero algo que tenemos que seguir practicando.
En eso está Zapatero.
En eso tenemos que estar todos.
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