Ratzinger cierra las puertas del sacerdocio a los homosexuales
(Por Carlos A. Trevisi)
Suelen preguntar mis amigos porqué me intereso tanto por los temas de la Iglesia, cuando en realidad, no siendo en España, donde aún actúa con algún poder, por lo menos el de escandalizar (sin escandalizarse) , poca atención se le presta.
En realidad lo que me preocupa de la Iglesia es que ha traicionado el mensaje. Yo no me refiero al mensaje religioso -que lo ha destrozado, transformando a Cristo en un símbolo colgado sobre una pared, vacío de contenido-, sino al otro, al mensaje que viene pariendo el mundo desde los Griegos: la necesidad de estar en los demás, desde los demás, y sin exclusiones; una Iglesia como la de la renovación del Concilio, tan fructífera en Latinoamérica; el mensaje de una Iglesia al servicio del diferente, del que necesita. Y si me preocupa el asunto es porque , pese a todo -aunque sin duda debido a otros intereses, que no los del Evangelio- el mundo sigue mirando hacia Roma.
Ratzinger acaba de ordenar a los directores de seminarios verificar que los candidatos a curas no presenten "desórdenes". El documento es claramente discriminatorio, anacrónico y anticientífico ("la tradición los ha considerado de forma continuada como ´intrínsecamente inmorales y contrarios a la ley natural´), y hasta perverso cuando dice que ser sacerdote no es un derecho. A no ser por algunos detalles que lo suavizan , bien podría decirse que lo ha escrito Torquemada. Pero hay algo más aún: ¿Cómo va a saber el director de un seminario si un candidato es homosexual? ¡Absurdo!.
Un sacerdote de Alcalá, José Martín de la Peña, acaba de ser condenado a 10 años de prisión por abusos sexuales continuados sobre una niña desde los 4 hasta los 13 años. Durante todo ese tiempo, ¿nadie se enteró de nada?
¿Desde dónde mira Ratzinger el mundo? ¿y qué ve? Porque su interpretación amerita derechos de autor.