El pragmatismo de Occidente ¿o su miseria?

miércoles, enero 18, 2006

La ciudadanía y la militancia

(Por Carlos A. Trevisi)

Si bien todo indica que el gobierno está llevando a buen puerto las iniciativas que el PP se ha empeñado en denostar con términos que no son propios de "señoriítos bien" tan identificados con los valores democráticos (a los que nunca han prestado atención), y con la Iglesia, con la que sostienen una ardua relación que difícilmente pueda terminar en encuentro -tal la mugre que la tiñe (a la relación, me refiero) - está claro que el nuevo Estatuto de Cataluña, ETA, la LOE, Batasuna y un tal Mena, General tercermundista metido a salvador de una patria primer mundista -que no necesita de su ayuda para salir adelante-, han traído no pocas complicaciones a Zapatero.

Zapatero aspira a impulsar a la ciudadanía a la participación porque entiende que se ha acabado la época en que eran los dirigentes los que interpretaban su voluntad. El proyecto se va cumpliendo pero con gran esfuerzo: no cala en la gente ni en la militancia. Y las razones son varias.

En un país abundante como España, dónde el alto nivel de vida empuja poco a la reflexión política, es muy difícil que la ciudadanía asuma un rol que tradicionalmente ha quedado reservado a la dirigencia partidaria. El hombre de la calle, que se entera en el bar “que un general… que Batasuna… que la LOE…, que la ETA… que el estatuto…”, llega a la inmediata conclusión de que, en efecto, España se está haciendo añicos.

El militante, por su parte, que aún tiene una idea partidocrática de la política y, consecuentemente, sólo aspira a ocupar espacios que lo vayan proyectando “hacia arriba” en el “aparato”, se remite, ante la falta de estímulos de la ciudadanía, a mirar hacia la “usina” desde dónde le llegan las directivas. Así, a los que militamos en los pueblos, nos llegan noticias de que en Madrid esto o aquello, que hablará éste o aquél acerca de esto o aquello otro, pero jamás nos llega una invitación de la agrupación local para ayudar al director del instituto porque se “le” drogan los chicos en el recreo o para protestar porque la construcción de miles de viviendas especulativas está terminando con la sierra. Y los que lo intentamos, los que queremos ver a la gente en la calle reclamando por sus derechos y apoyando a su dirigencia caemos bajo sospecha y nos apartamos.

Planteadas las cosas en estos términos no cabe sino aceptar que Zapatero esté bajando en los índices de apreciación de la gente. El “aparato” necesita lubricación. El PSOE tiene que salir a la calle so riesgo de momificarse. Una democracia de multitudes sólo lo será con la gente en la calle.
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