El pragmatismo de Occidente ¿o su miseria?

jueves, diciembre 29, 2005

La "mentira" de Aznar

(Por Juan José Palomo)

De los muchos errores que se pueden achacar al anterior presidente del Gobierno, no creo que mentir forme parte de los más relevantes. En concreto, refiriéndonos a la cuestión de las armas de destrucción masiva y la Guerra del Golfo, Aznar no mintió.

Se miente cuando se dice lo contrario a lo que se sabe o se piensa. Lo que Aznar hizo –demostrando una amplia ignorancia del modo de operar de los EEUU durante las últimas 5 décadas–, fue garantizar la certeza de un hecho sobre el que tan solo tenía una sospecha, y cuyas pruebas eeran de muy turbio origen, es decir, la CIA.

Esa actitud, evidentemente temeraria., no puede, sin embargo, ser tachada de mentira. Entre otras cosas porque la sospecha de que el régimen de Hussein estaba dotado de armamento no convencional era del todo fundada ¿Por qué si no los innumerables esfuerzos de la ONU para llevar a cabo inspecciones en Irak? El propio Hans Blix no llegó a asegurar que Irak no tuviera esas armas; al contrario, sospechando que existían, pidió más tiempo para sus inspecciones.

Sobre las actitud temeraria de Aznar hay un hecho histórico que puede arrojar algo de luz. Cuando en 1998 ETA ofreció al Gobierno del PP una tregua, el entonces Ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, advirtió tanto privada como públicamente que aquello no era sino una trampa de los terroristas para rearmarse. La opinión pública, la oposición política y esa sutil ensoñación de resolver los grandes males con un gesto de integridad que a menudo seduce a quienes ostentan el poder, llevaron a Aznar a renunciar a sus propios principios y aceptar aquel armisticio bastardo. El día 21 de enero del año 2000 los terroristas rompieron el acuerdo, asesinando en Madrid a Pedro Antonio Blanco. A este crimen le siguieron 44 víctimas más, hasta hoy, entre las que se encuentran un ex ministro socialista, miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, políticos, jueces, periodistas, trabajadores y una niña de 6 años.

Es posible que Aznar aprendiera entonces una lección importante, la de seguir el propio instinto a pesar de lo fuerte o numerosa que pueda ser la oposición. Sin duda una lección errónea. El problema de la política, claro está, es que no se pueden sentar juicios hasta bien pasado el tiempo.

Si se descubre que Sadam Hussein sí tenía armas de destrucción masiva listas para ser utilizadas ­–bastante improbable a estas alturas– muchos de los que se opusieron a una intervención armada “de cualquier tipo” deberían volver a replantear sus posturas, o al menos esforzarse por hallar un nuevo motivo que siga justificando la no acción ante una amenaza inminente contra el orden internacional

Si por el contrario se descubre que tanto EEUU, como Aznar, como la propia ONU, sabían a ciencia cierta que Sadam no tenía ya armamento no convencional (igualmente poco probable), aquellos que defendimos “algún tipo de intervención –no desde luego el descalabro estratégico, militarmente hablando, que ha supuesto esta guerra– contra el régimen de Sadam, tendremos que reconocer la mentira de Aznar. Hasta entonces, prefiero decir que Aznar tomó una decisión irresponsable, al dar por ciertos hechos de los que no tenía pruebas; bueno, sí las tenía, las fabricadas por EEUU.
Nota de "El Socialdemócrata" invita a sus lectores a abundar en el tema en