El pragmatismo de Occidente ¿o su miseria?

viernes, noviembre 04, 2005

Zapatero, Rajoy y las actitudes

(Por Carlos A. Trevisi)
El "estatut" catalán ha desnudado actitudes. Actitud tiene que ver con "acto" y éste con "facere", "hacer". Para "hacer" en democracia -y ya entramos en el tema de las actitudes políticas- es menester ser contemplativo, saber escuchar, ser dialogal, pero por sobre todas las cosas, no atribuirse toda la verdad descalificando a quien no piensa como uno. Cuando el político se apodera de la verdad y quiere imponerla a machaca martillo termina irritando a la ciudadanía y agobiando al sistema.
Las actitudes que asumimos tienen que ver con lo que ha sido nuestra vida. No es casual que algunos sean tolerantes y otros no; que los haya sensibles e insensibles; irascibles y calmos...
La capacidad que tenemos para relacionarnos, las puertas que abrimos para facilitar un encuentro que autorice la puesta en acto de lo que aspiramos a conseguir, está intimamente ligada a nuestra formación, a la educación que nos hemos dado, al camino que hemos recorrido.
Saltan a la vista las diferencias entre Zapatero y Rajoy .
Zapatero vive involucrado en la búsqueda de la verdad. Para él la trascendencia está en la marcha antes que en la llegada; la llegada es un respiro para seguir marchando. En la marcha se crece porque marchar es cambiar; nada es seguro, nada puede garantizarse. La marcha es lucha, acuerdo, diálogo. Para Zapatero España marcha por el buen camino, un camino que va haciéndose al andar. La actitud política de Zapatero se fundamenta en la duda; todo cambia, hay que estar alerta; las diferencias ayudan al cambio y el cambio ayuda a crecer; hay que acompañarse para seguir adelante.
Rajoy, por el contrario está convencido de que España está bien como está; que no hay nada que cambiar. Rajoy apela a la ley; la ley es la que ha garantizado la marcha, y ya hemos llegado. Todo debe quedar como está. La ley es certera, es pura taxonomía: esto sí, aquello no. Para Rajoy se es libre en la ley; la ley es la verdad.
Planteadas las cosas así es evidente que mientras Zapatero apuesta al futuro, dinamiza la sociedad partiendo de la gente, a la que devuelve, con sus actos de gobierno, derechos nunca reconocidos, Rajoy y su partido apuestan a la guerra, para que nada perturbe el "statu quo" del mundo; a una España que se va a romper , al miedo de la gente, en fin, a todo lo que aspiran los que ya han llegado y están cómodamente instalados en la meta que se propusieron mucho antes que se debatiera la Constitución.