Acerca de la hijadeputez
(Por Carlos A. Trevisi)
Uno es una mala persona a partir del desencuentro malicioso con el otro.
Pero sería muy pueril asumir la hijadeputez a partir de las relaciones interpersonales. El tiempo y las circunstancias históricas han ido derivando este “mano a mano” artesanal de la impudicia hasta lograr su industrialización. En pocas palabras, de aquel ratón que se quedaba con los dineros de la hermana ausente se ha pasado a la fábrica de fechorías, tal cual pasa con otras cosas, por ejemplo con la muerte, cuya cadena de producción ha hecho olvidar el romántico asesinato a cuchilladas que cometía el buen vecino que encontraba a su mujer con otro.
El mayor disparador de fechorías es el dinero. Desde lo más antiguo, este portador de miserias registra en su haber tanta inmundicia y ha calado tan hondo en el natural egoísmo del hombre, que no creo que exista nadie que pueda haber escapado de los perjuicios que originan, por igual, su abundancia o escasez. Los casi 400 años que separan “El Mercader de Venecia” (prueba del desenfreno por poseerlo) y “La Busca”, (prueba de los estragos que causa su carencia) dicen de su palpitante actualidad a lo largo de la historia.
La ambición de poder no se queda atrás. Shakespeare nos trae el paradigma de la ambición en una Lady Macbeth que no tiene límites en su afán de poder, o el más carnal Hitler que ofendió al género humano aniquilando “industrialmente” a millones y millones de hombres.
Sin embargo, nada más explosivo que la combinación de ambos: el dinero y el poder.
Está síntesis, que no necesita mayores explicaciones a la luz de lo que vemos que está sucediendo en el mundo, tiene como protagonistas a la peor excrescencia que habita el planeta: los financistas y los políticos.
Difícil encontrar un país que escape a esta miseria, aunque sin duda, los políticos y hombres de negocios hispanoamericanos se llevan las palmas: por la cantidad de ellos que lo han hecho con toda impunidad y las millonarias cantidades que han autorizado se expolien con ingentes beneficios para sus patrimonios personales.
Uno es una mala persona a partir del desencuentro malicioso con el otro.
Pero sería muy pueril asumir la hijadeputez a partir de las relaciones interpersonales. El tiempo y las circunstancias históricas han ido derivando este “mano a mano” artesanal de la impudicia hasta lograr su industrialización. En pocas palabras, de aquel ratón que se quedaba con los dineros de la hermana ausente se ha pasado a la fábrica de fechorías, tal cual pasa con otras cosas, por ejemplo con la muerte, cuya cadena de producción ha hecho olvidar el romántico asesinato a cuchilladas que cometía el buen vecino que encontraba a su mujer con otro.
El mayor disparador de fechorías es el dinero. Desde lo más antiguo, este portador de miserias registra en su haber tanta inmundicia y ha calado tan hondo en el natural egoísmo del hombre, que no creo que exista nadie que pueda haber escapado de los perjuicios que originan, por igual, su abundancia o escasez. Los casi 400 años que separan “El Mercader de Venecia” (prueba del desenfreno por poseerlo) y “La Busca”, (prueba de los estragos que causa su carencia) dicen de su palpitante actualidad a lo largo de la historia.
La ambición de poder no se queda atrás. Shakespeare nos trae el paradigma de la ambición en una Lady Macbeth que no tiene límites en su afán de poder, o el más carnal Hitler que ofendió al género humano aniquilando “industrialmente” a millones y millones de hombres.
Sin embargo, nada más explosivo que la combinación de ambos: el dinero y el poder.
Está síntesis, que no necesita mayores explicaciones a la luz de lo que vemos que está sucediendo en el mundo, tiene como protagonistas a la peor excrescencia que habita el planeta: los financistas y los políticos.
Difícil encontrar un país que escape a esta miseria, aunque sin duda, los políticos y hombres de negocios hispanoamericanos se llevan las palmas: por la cantidad de ellos que lo han hecho con toda impunidad y las millonarias cantidades que han autorizado se expolien con ingentes beneficios para sus patrimonios personales.
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