La Iglesia, el SIDA y un incierto futuro
(Por Carlos A. Trevisi)
Los que hemos sido partícipes de la vida de la Iglesia, por cualquier razón que sea, aunque muy especialmente si en algún momento de nuestra vida nos hemos acercado a ella en busca de un refugio que la calle , indiferente, no nos daba, hemos podido comprobar que su funcionamiento es de una perversidad tal que, pasados los primeros momentos, uno no puede menos que escapar y refugiarse en la “puta” calle, que no te garantiza nada pero te deja respirar.
La tendría muy cruda la Iglesia si no anidaran en ella unos cuantos vivillos que le sirven de enlace con la realidad del mundo. Se trata de los “industriosos eclesiales”, aquellos que postergan su propia conciencia en beneficio de la ¿conciencia? de la Iglesia que, demás está decir, ha perdido definitivamente de vista al Cristo vivo, divino o humano, no importa, comprometido con la verdad.
Cuando leemos en los periódicos que morirán 570.000 niños por SIDA y la Iglesia sigue negando el uso del condón, la única conclusión a la que se puede llegar es que ha perdido el rumbo.
Sin embargo, es tolerante con los “industriosos” (a los que en razón de su probada fe “perdona” ) , que viven atados a egoísmos y condones, ajenos totalmente a la doctrina que tanto cacarean, a los dogmas, que aceptan como a la aceituna en el copetín, sin mayores trastornos de conciencia.
La contradicción es aterradora. ¿A quién miente? ¿Qué pretende? ¿Hacia dónde va?
La otra Iglesia, la que ve el futuro
“La ONG Intermon Oxfam. De inspiración jesuita, ha presentado recientemente al ministerio un proyecto sugestivo. En uno de los apartados señala que la educación no puede ser nunca neutral, sino que debe proporcionar al alumnado elementos para decidir entre mantener el mundo tal como está o participar en su transformación hacia una mayor justicia para todos”
Agrega Fernando Savater: “ la educación ciudadana no debe dar solamente lecciones de acatamiento de lo vigente, sino también pautas para modificarlos a través de mecanismos democráticos sin recurrir a incendios o vandalismos
[…]
Si una familia decide educar a sus hijos en las delicias del canibalismo, estos no se contentarán con devorar a la abuelita sino que buscarán pitanza entre los vecinos. Por eso la preocupación por la educación es social, no sólo familiar: financiadas con fondo públicos o privados es siempre un servicio público que debe estar sometido al control responsable de la comunidad.
Esta otra Iglesia es la de todos, incluso de los no católicos: es la Iglesia.
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