El pragmatismo de Occidente ¿o su miseria?

viernes, octubre 21, 2005

El cambio, a propósito de Haro

(por Carlos A. Trevisi)


La vida es cambio; todo lo que atañe a lIa vida es cambiante. Aunque nada hagamos para cambiar, cambiamos por Ia fuerza de un entorno que nos involucra sin atenuantes. Negar los cambios es vivir en el pasado, cerrarse a Ia realidad, quedar inmerso en la soledad y el desasosiego, dejar vía libre para que se entronicen el egoísmo y la especulación.
El camino que se transita desde las potencialidades -virtudes generativas exclusivas del ser humano- hacia los actos, es de cambio. Somos concebidos con capacidad para amar, para desarrollar nuestra inteligencia, nuestra voluntad y nuestra libertad, y desde que irrumpimos en el mundo comenzamos el tránsito hacia el amo, pienso, puedo, soy libre; hacia nuestro propio crecimiento.

Se crece, únicamente, en estado de permanente cambio e incertidumbre; nada está garantizado.

Sin embargo, esa es Ia sal de la vida: que seamos infinitos. ¡Tristes las finitas aves que sobrevuelan paisajes que no son capaces de apreciar! Y triste destino el de los hombres que no saben gozar de los privilegios de su infinitud, de su propia creación.
Cabe a la educación la responsabilidad de que asumamos nuestra infinitud creadora, esta característica soberana que se extiende a todo lo que el hombre hace - su cultura.
Nos toca vivir una época de cambios acelerados. El entrecruzamiento de variables se constituye en una red que ha terminado con la linealidad 'causa-efecto' en beneficio de una intercausalidad que reina indiscutida: todo tiene que ver con todo; todo es susceptible de integrarse con todo. Los que solíamos "educar" apenas si somos aprendices atónitos en un mundo de imágenes y ordenadores. El eje de la "enseñanza" se ha tornado errático ¿Qué podemos "enseñar" cuando la realidad ha satisfecho hasta el hartazgo la natural arborescencia del aprendizaje? La red crece tan velozmente que para mantener el sistema en equilibrio se ha hecho imprescindible actuar con gran precisión.
Es imperioso que la escuela participe de la red y, velocidad mediante, se mantenga en ella; que se integre a la realidad e integre a las partes actuantes; que se actualice para mantenerse en una homeostasis de acomodamiento y cambio ante lo que se avecina.