El pragmatismo de Occidente ¿o su miseria?

sábado, diciembre 31, 2005

¡Bienvenido 2006!

(Por Carlos A. Trevisi)


Durante el transcurso de diciembre nos han llegado e-mails en los que sus autores muestran gran escepticismo respecto de las circunstancias que animan no sólo lo político sino también lo social. Si bien es cierto que cualquiera que piensa más o menos detenidamente no puede menos que sentir una gran zozobra por el desuso de valores y el advenimiento de prácticas sociales deleznables, también es cierto que tenemos que asumir infatigablemente una lucha sin cuartel contra esa descomposición en respaldo de la acción que está desarrollando el gobierno de Zapatero.
Acaso animado por una gran dosis de optimismo -lo cual no me inhibe de sostener que el que no es escéptico es porque se niega a ver la realidad- creo que, como nunca antes, tenemos por delante una ardua lucha para lograr que la educación que impartimos en nuestros hogares y la que se imparte desde la escuela se oriente a una puesta en acto de las actitudes que hemos venido declamando largamente pero que, al mismo tiempo hemos desvirtuado en los hechos.
El secreto está en nosotros mismos. Tenemos que discurrir en la búsqueda de una vida interior que hemos dejado por el camino, asumir las actitudes que proclamamos: organizarnos en asociaciones que promuevan el diálogo (ateneos, AMPAs, asociaciones barriales, culturales) de modo que fructifiquen expandiendo mesas redondas , conferencias, jornadas educativas, grupos de teatro, cine debates y mil actividades más que incluyen la actividad política (y entiéndase que política no es únicamente afiliarse a un partido: política es participar, es hacer ver a los políticos qué queremos, empujarlos a que descubran el mandato de la ciudadanía, cerrarles la boca cuando mientan, denunciarlos cuando roben…; un cine debate es política, una mesa redonda sobre frases como "la verdad antes que la paz" de Unamuno o la de “tontón solemne” de Rajoy refiriéndose a Zapatero también son del ámbito de la política; ésta página es política).
Como tantas veces hemos dicho, entre las grandes posibilidades que ofrece el momento actual, la de la participación está calando hondo entre la gente. Los últimos acontecimientos de Hong-Kong con miles de personas en las calles reclamando por una mejor distribución de la riqueza así lo demuestran. Es una ola imparable que se extiende por todo el mundo: desde la joven América hasta la vieja China. Es un movimiento espontáneo, revoltoso que todavía no ha entrado en su faz orgánica. Hay que preparar a la gente para que asuma el cambio y comience a pensar en que tiene que colaborar en su organicidad difundiendo sus principios de generosa igualdad entre los hombres, provengan de donde provinieren.
El año 2006 tiene que ponernos a todos de pie, en pleno cambio.

Nos despedimos con un cordial abrazo y los mejores deseos de que así sea.

viernes, diciembre 30, 2005

Vida pública, vida privada y vida íntima

(Por Carlos A. Trevisi)

Durante la corta existencia de “El Socialdemócrata” nos hemos referido a los valores y a las actitudes; hemos abordado la educación, el pluralismo que anima a nuestra sociedad, hablado de nuestras nuevas formas de vida, de la caída en picada de las instituciones, en fin, de toda una serie de temas que acabamos de encontrar magníficamente expuestos en un artículo de Salvador Paniker (El País, 28 de diciembre de 2005) , en el que no sólo ratifica buena parte de lo expuesto por nosotros oportunamente, sino que lo amplía magistralmente:
“Se nos antojan cada vez más bizantinas las grandes disquisiciones sobre conceptos absolutos (nación, patria, religión, etcétera). Los valores son cada vez más relativos, móviles, provisionales”
[...]
“Se puede ser a un tiempo, anarquista, petimetre y budista. Homosexual y cristiano. Ateo y místico. Socialista y nacionalista”
[...]
“En algunos casos, sí procede hablar de causalidad, pero ésta no es lineal sino cibernética”
[...]
“Sí, todo puede incidir sobre todo. O no incidir: Democracia y capitalismo, sin ir más lejos. En algunos países asiáticos existe hoy un pujante capitalismo pero con poca libertad de expresión, poca independencia del poder judicial, poco espacio para los derechos humanos” […] “Es que los caminos que conducen a cualquier parte son múltiples”
[...]
“El caso es que le gente se siente hoy a la vez atraída y repelida por ese sincretismo escéptico que hace que todo se pueda cruzar, combinar, conectar.
[…] Abundan los cristianos que sienten la necesidad de asomarse al exterior de su caverna, salir fuera de las cuatro paredes dogmáticos donde fueron educados; cristianos avisados de sus mil genealogías subterráneas…”
[...]
“Es frente a ese relativismo que se alzan las voces de la Iglesia actual. Inútilmente, porque los grandes relatos tradicionales se han disgregado. Porque el pluralismo es el trasfondo esencial de nuestro tiempo. Y pluralismo significa espacio laico”
[...]
“También presiona la otra cara de la moneda, la indigencia mental, el pluralismo degradado en dispersión perezosa. La tendencia a pensar a través de bloques erráticos y frases hechas en el espacio yermo de las palabras demasiado usadas”
[...]
“Hoy todo es distinto. Hoy políticos y predicadores se desgañitan casi en vano. Es que las palabras no valen gran cosa. Todo es inflación, devaluación. Y en consecuencia nadie se fía de nadie”
[...]
"Finalmente resulta obvio que todos los fundamentalismos que hoy emergen son intentos simplistas de atajar ese trasfondo de hibridismo fluido que genera inseguridad. Lo que ocurre es que PARA SOBREVIVIR A LA PROVISIONALIDAD, A LA COMPLEJIDAD Y A LA INCERTIDUMBRE SE REQUIEREN UNAS RESERVAS DE “LIBERTAD INTERIOR” QUE NO TODO EL MUNDO POSEE. A menudo he señalado que conviene distinguir entre vida pública, vida privada y vida íntima. Algunos tienen vida pública; todo el mundo tiene vida privada , muy pocos tienen vida íntima”. Si todo indica que en efecto todo es tal cual lo describe Paniker “la compensación sólo puede proceder de la vida íntima […] uno configura su visión del mundo a la carta. Uno puede abandonarse al gozo de tomar de aquí y de allá, con cierta agilidad y despreocupación, a la medida de uno mismo. Que al fin y al cabo ésta ha sido una de las conquistas fundamentales de la modernidad: el derecho de cada cual a ser cada cual. Un derecho que pocas veces ejercemos”

jueves, diciembre 29, 2005

La "mentira" de Aznar

(Por Juan José Palomo)

De los muchos errores que se pueden achacar al anterior presidente del Gobierno, no creo que mentir forme parte de los más relevantes. En concreto, refiriéndonos a la cuestión de las armas de destrucción masiva y la Guerra del Golfo, Aznar no mintió.

Se miente cuando se dice lo contrario a lo que se sabe o se piensa. Lo que Aznar hizo –demostrando una amplia ignorancia del modo de operar de los EEUU durante las últimas 5 décadas–, fue garantizar la certeza de un hecho sobre el que tan solo tenía una sospecha, y cuyas pruebas eeran de muy turbio origen, es decir, la CIA.

Esa actitud, evidentemente temeraria., no puede, sin embargo, ser tachada de mentira. Entre otras cosas porque la sospecha de que el régimen de Hussein estaba dotado de armamento no convencional era del todo fundada ¿Por qué si no los innumerables esfuerzos de la ONU para llevar a cabo inspecciones en Irak? El propio Hans Blix no llegó a asegurar que Irak no tuviera esas armas; al contrario, sospechando que existían, pidió más tiempo para sus inspecciones.

Sobre las actitud temeraria de Aznar hay un hecho histórico que puede arrojar algo de luz. Cuando en 1998 ETA ofreció al Gobierno del PP una tregua, el entonces Ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, advirtió tanto privada como públicamente que aquello no era sino una trampa de los terroristas para rearmarse. La opinión pública, la oposición política y esa sutil ensoñación de resolver los grandes males con un gesto de integridad que a menudo seduce a quienes ostentan el poder, llevaron a Aznar a renunciar a sus propios principios y aceptar aquel armisticio bastardo. El día 21 de enero del año 2000 los terroristas rompieron el acuerdo, asesinando en Madrid a Pedro Antonio Blanco. A este crimen le siguieron 44 víctimas más, hasta hoy, entre las que se encuentran un ex ministro socialista, miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, políticos, jueces, periodistas, trabajadores y una niña de 6 años.

Es posible que Aznar aprendiera entonces una lección importante, la de seguir el propio instinto a pesar de lo fuerte o numerosa que pueda ser la oposición. Sin duda una lección errónea. El problema de la política, claro está, es que no se pueden sentar juicios hasta bien pasado el tiempo.

Si se descubre que Sadam Hussein sí tenía armas de destrucción masiva listas para ser utilizadas ­–bastante improbable a estas alturas– muchos de los que se opusieron a una intervención armada “de cualquier tipo” deberían volver a replantear sus posturas, o al menos esforzarse por hallar un nuevo motivo que siga justificando la no acción ante una amenaza inminente contra el orden internacional

Si por el contrario se descubre que tanto EEUU, como Aznar, como la propia ONU, sabían a ciencia cierta que Sadam no tenía ya armamento no convencional (igualmente poco probable), aquellos que defendimos “algún tipo de intervención –no desde luego el descalabro estratégico, militarmente hablando, que ha supuesto esta guerra– contra el régimen de Sadam, tendremos que reconocer la mentira de Aznar. Hasta entonces, prefiero decir que Aznar tomó una decisión irresponsable, al dar por ciertos hechos de los que no tenía pruebas; bueno, sí las tenía, las fabricadas por EEUU.
Nota de "El Socialdemócrata" invita a sus lectores a abundar en el tema en

viernes, diciembre 23, 2005

Acerca de la televisión (II)

(Por Carlos A. Trevisi)

En San Lorenzo de El Escorial, marzo de 2000.
(La referencia –año 2000- es sustancial: nuestras hijas ya han crecido y ven televisión)

En nuestro hogar no se ve televisión (si a usted le parece que estamos locos, puede dejar de leer, no lo tomaré a mal).
En nuestro hogar, reitero, no se ve televisión. Nos privamos del gozo de disfrutar de uno de los recursos más preciados de los que dispone el hombre a la vez que del malhumor que nos ocasionaría ver a nuestra descendencia pegada al televisor, incomunicada y envuelta en una nube de ocio improductivo, contemplando estupideces .

No tengo nada en contra de la televisión (me refiero, nada en especial). Es tan envolvente como el fútbol -será por eso que combinan tan bien-, y tan aletargante como una conferencia aburrida, como un sermón preconciliar o como una vaca, bóvido éste que pareciera carecer de sistema nervioso, tal su pasividad.

Junto con el coche, la televisión es arquetípica de la civilización que nos toca vivir. Sin embargo, contrariamente a lo que sucede con los coches, la televisión es el paradigma exacto de la contracultura que impone la misma civilización en la que nació.

El coche interactúa con uno; con el tiempo, hasta adopta nuestras formas -por eso se nota cuando otro lo ha manejado; nos lleva y nos trae; nos brinda confort; despierta inquietud; es desafiante; nos hace sufrir, nos deleita, es útil a todos, cualquiera puede conducir un coche -rico, pobre, bruto, inteligente, listo o torpe... todos podemos interactuar con él. Exige tanto de nosotros que si no lo conducimos como se debe hasta nos puede llegar a matar.
La tele, en cambio, al enervar nuestros circuitos vitales, nos somete a la pasividad; no hay interacción posible. Somete nuestra voluntad, enturbia el afecto, coarta la libertad -no nos permite elegir!- y adormece nuestra inteligencia.

Me acuerdo cuando la Guerra del Golfo. Al comenzar la guerra estaban todos los norteamericanos de USA (¿los USAdos? Es curioso, la USA es un país que no autoriza gentilicios, ¿se ha dado cuenta?. Uno no puede decir USAñoles, por ejemplo, ni USAítas, ni USAínos, ni USAeses... tiene que decir los norteamericanos de USA), los norteamericanos de USA, repito, estaban todos en contra de la guerra. A la semana, gracias a las grandes cadenas de noticias (¿se llamarán "cadenas" porque oprimen?) los "USAdos" cambiaron de idea y estaban totalmente convencidos de que había que hacer desaparecer a Irak.
Recuerdo también, cómo, más tarde, las nuevas tecnologías nos trajeron a la pantalla unos animalitos virtuales que hasta se morían. Todos los chicos andaban con ellos. ¿Y tú que le das de comer? Yo le doy tres bitios ¿Y tú? El mio es muy comilón, se come un megabitio". Y todos chochos porque el bichito ni meaba, ni..., ni na ! La casa siempre limpia y la mamá de peluquería.
Un día apareció un conde italiano (que previamente había mostrado su exhuberancia mingitoria a una revista que se prodigó en fotos). Mi dios! Qué tamaño ! Y todos locos de la vida porque iban a ver al "animalito" éste de cuerpo presente, que de virtual, na!
Y después aparecieron los que se encerraron por cuatro meses. Y todo el mundo a mirar cuando iban al baño a hacer sus cosas.
Y más tarde la guerra que devastó Yugoslavia y...
En casa no vemos televisión porque no nos interesa la Guerra del Golfo que televisa en directo la NBC: nos interesan los que mueren en la guerra y la razón por la que los matan; tampoco nos interesan los animalitos virtuales: nos interesan los de carne y hueso que, aunque nos caguen la casa, cuando se mueren nos hacen caer unos lagrimones; ni el conde, porque somos alcanzados; ni nos interesa la gente que pierde su libertad por voluntad propia a cambio de unas pesetillas; ni tenemos tan desvalorizado el sentido de la estética como para esperar que vayan al baño a ver cómo hacen lo que hacen.

Si todavía sigue leyendo, le voy a contar qué hacemos en casa en lugar de ver televisión.
Tenemos un televisor que nos permite, conectado a un video, ver películas. Comentamos con nuestros hijos la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, la España del franquismo, los movimientos rockeros, las luchas de los marginales por incorporarse a este mundo que la mayoría de la gente "como uno" cree que le pertenece exclusivamente, la inmigración, el abuso del poder económico, comedias...
Comentamos la "singularidad" de un reportero que con tal de demostrar como una señora del jet set se prostituye con cualquiera que la llama por teléfono, se "sacrifica" yendo a la cama con ella y fotografiando todo lo que hacen.
Descubrimos a Woody Allen, a Borges, a Hitchcock, a Humphry Bogart ...
En otras ocasiones jugamos a las cartas, discutimos, nos peleamos, comentamos las jornadas de cada uno, intercambiamos experiencias, leemos algún artículo del periódico, escuchamos música, hacemos deberes de matemáticas, de historia... y a las doce de la noche nos vamos a dormir.
Comparto con usted, no obstante, que apoltronarse a ver programas de entretenimientos es mucho más cómodo, sobre todo si cada uno elige el suyo y se ensimisma en su preferencia sin que nadie moleste: papá en el salón a ver fútbol; mamá en su cuarto a ver una película y los chicos en su dormitorio a ver un programa cachondo.
Gracias a Dios los abuelos están en la residencia, que si no, menudo muestrario.

jueves, diciembre 22, 2005

La abundancia, causal de disolución social

(Por Carlos A. Trevisi)

El hombre es una totalidad en permanente elaboración. Aunque asintótica en los logros, esa totalidad "vivant" es la única verdadera garantía de libertad. Por eso el sistema hace lo posible por fracturarla. El capitalismo, que es la estructura en la que se asienta el sistema, es incompatible con el hombre: cualquiera sea la condición socioeconómica que padezcamos (la miseria más rampante o la escasez más vergonzante), o la que alcancemos (una abundancia esclavizante o la riqueza más exuberante), nuestras vidas se difuminan en una intrascendencia de la que ni siquiera alcanzamos a tomar conciencia.

Hace unos años publiqué “La escasez, causal de disolución social” (en Propuestas para una Antropología Rrgentina, Editorial Biblos, Bs As. 1990) Me sobraban argumentos para sacar adelante un “paper” que se había estructurado desde la escasez misma: un trabajo de campo en el asentamiento “Facundo Quiroga” de Lomas de Zamora., una ciudad del Gran Buenos Aires.
Transcurridos 15 años desde entonces, la vida y sus circunstancias me trajeron al Primer Mundo, donde, no bien me acomodé, fui descubriendo que en cuanto a “disoluciones”, la abundancia pega tan fuerte como la escasez.

***

La escasez se incorpora al hombre, pasa a formar parte de él; afecta todo su ser. Víctima de la pobreza –privación de lo necesario- (que no de la miseria, que es carencia de lo imprescindible), en su lucha por la supervivencia, aplasta a sus semejantes. No sabe a dónde va, pero va; a los codazos, abriéndose paso como puede, dejando el tendal, pero va. Sabe que en una sociedad signada por la escasez, el más débil sucumbe. Es la ley de la selva; darwinismo puro: sólo el más apto sobrevive.
El hombre escaso no siempre lo fue. Es el tipo que se asomó al desarrollo de la década del sesenta y se agobió con el subdesarrollo –pobreza- que sobrevino años después. Perduran en su memoria social los logros de antaño, y en lo personal se siente depositario de principios aprendidos que, llegado el momento, sin embargo, en su afán por volver a épocas mejores, no tiene ningún inconveniente en traicionar. Es el prototipo del arribista: cuando llega exhuma su rencor social. Es el caso de los peronistas en Argentina y de la gente que acompañó a Lula en Brasil, y será el caso de los bolivianos que lleguen con Evo Morales.
Parece una fatalidad inexorable: La escasez los devorará.

La abundancia, en cambio, está fuera del hombre. Su lucha primera no es contra sus congéneres, a los que intenta conquistar. Es contra las cosas, para hacerse con ellas. Y contra él mismo, por su necesidad de sentir satisfacción en ellas. Pero un profundo desconocimiento de las propias circunstancias hace que aspire a lo que no es propio de sus necesidades; consecuentemente, de poseer, posee inútilmente; sólo para parecerse a los demás, a los que tienen.
A diferencia de lo que sucede con la escasez, el hombre abundante vive al margen de los principios, a los que no apela. Es un pragmático. Su meta es llegar a las cosas.
Sabe dónde va porque sabe dónde encontrarlas. Su viaje de ida hacia lo que busca hace escala en cada logro y se reanuda de inmediato en tanto aspira a más y más. En su tránsito pierde el disfrute de lo que consigue: las cosas lo devoran.

Muy lejos de las virtudes que deben animar una vida, ni escasos ni abundantes, espejan bondad ni propenden a dejarse guiar por su conciencia, que mimetizan con la conciencia colectiva.

Ninguno de los dos puede despegar de su condición de individuo para lanzarse a un encuentro enriquecedor de la relación que debe mantener con los demás; no son capaces de reconocer el mundo y trascenderlo en cuanto creadores de circunstancias nuevas; no llegan a ser personas en estado de sosiego ni del encuentro íntimo para salir en busca de la verdad; sus análisis y críticas no enraízan en la génesis ni en las entrañas de los hechos; su conducta no entiende de solidaridad ni sus exigencias de diálogos; son estrechos y cerrados; no se entienden con el entorno; son dependientes y fríos; calculadores; viven alienados por el fárrago de sus circunstancias y ajenos al gran llamado a participar de un mundo en permanente ejecución.
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lunes, diciembre 19, 2005

Acerca del nativo latinoamericano

(Por Carlos A. Trevisi)


En el nativo latinoamericano hay una persona que no acaba de nacer. La imperiosa serenidad que exige el cotidiano vivir se altera ante la falta de lo esencial: una galleta, un pedazo de pan, una feta de fiambre. El afecto lastimado se exterioriza escasamente: una sonrisa, pocas lágrimas. Las exigencias para con ellos mismos se postergan ante la imposibilidad de los logros. Su libertad, coartada hasta por la falta de unas monedas para tomar el autobus, no existe.
El nativo está de visita en el mundo. En un mundo que le es ajeno.
Entonces aparece Chávez en Venezuela , el setentismo en la Argentina y Evo en Bolivia.
Y el gobierno de Bush lo fustiga porque va a legalizar la explotación de coca.
Y sus corifeos pondrán el grito en el cielo. Indios atrasados, dirán.
Y la historia se repite: Los poderosos pagarán un precio más alto por cada raya que se metan; a Kissinger (digo, a Bush) le darán un premio Nobel y los indios se sentirán personas, aunque sigan muertos de hambre.
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sábado, diciembre 17, 2005

California, Irak y América Latina

(Por Carlos A. Trevisi)

Cuando se acaba la justicia irrumpe la cortesía.

Acaso porque esta semana transcurrida me ha sometido a cuanta presión es dable imaginar, es que he incluido tres artículos sobre educación. Como no quiero caer en el pesimismo, cuando me abaten las noticias que nos bombardean a diario, levanto vuelo y me disparo hacia la educación. Creo que, más allá de las dificultades por las que atravesamos, la educación es un reducto en el que podemos actuar sin más títulos que el de estar en los demás, lo cual entiendo como factible, muy factible diría, si "los demás" son nuestros hijos.
1. Un infeliz con cara de hojalata que gobierna California ha negado clemencia a un reo que hacía más de 20 años que estaba en el corredor de la muerte. Si bien es preocupante que todavía el Estado, sea de donde fuere, se permita disponer de las vidas de sus ciudadanos, más preocupante es que la ciudadanía (el pueblo) de un país lleve a la gobernación a un sujeto como el tal Shwartzeneger al que no se le puede conceder más mérito que el haber desmayado el arte cinematográfico.
2. Un tal Mariano Grondona, decrépito periodista argentino que ha trenzado cuanta cuerda tuvo a su alcance para trepar y trepar cualesquiera fueran las circunstancias políticas -nadie debería olvidar que fue quien redactó los 150 comunicados de una revolución que encaramó a un oligofrénico como el general Onganía- , ese tal Grondona, insisto, acaba de horrorizarse, en su columna del periódico "La Nación" de Buenos Aires porque Patti, uno de su huerto, con procesos criminales que lo igualan con los más versados en torturas y otros menesteres, fue repudiado a su ingreso como diputrado electo en el Congreso Nacional por aquellos con los que compartiría escaños: los mismos diputados. El argumento de "Don" Mariano es el de siempre: si fue votado por el pueblo, ¿qúe derecho asiste a los diputados para repudiar su presencia? Lo que enferma de estos canallas es que siempre caen parados. El menos indicado para hablar de democracia, de pueblo que elige, de derechos cívicos es el tal Grondona. Su pluma, sin embargo, todavía sigue vigente. No me extraña que sea en La Nación.
3. Bolivia, mañana 18 de diciembre, celebra elecciones. Un candidato con buenas posibilidades levanta las banderas setentistas de la izquierda. Cuando el "Che" estuvo en Bolivia, en el setenta, empujando la revolución que quería expandir por Amércia, el pueblo no lo entendió (ni tenía porqué). Cuarenta años más tarde, cuando lo que nos toca vivir hace inimaginable cualquier proceso en esa línea, los bolivianos salen a la calle a repudiar el capitalismo. Se han entusiasmado con Chávez que, remedando al Perón de la "tercera posición" de los años 50, quiere cambiar el rumbo de América latina. Como si no hubiera pasado nada desde entonces.
4. La Argentina de Kirchner no se queda atrás. ¿A dónde querrá ir con la gente que ha metido en el gabinete? ¿Otra vez el setentismo?. Pero, veamos. Si en el setenta salió mal, ¿Por qué ha de salir bien ahora? Hoy, exactamente hoy, 17 de diciembre, ha salido en los diarios de España que la Argentina va a pagar su deuda al FMI. El argumento del jefe de la bancada oficialista negó que la decisión ponga en una situación frágil al Banco Central, al punto que aclaró que la medida “es un legítimo derecho de un gobierno que fue elegido por el pueblo”. ¡Otra vez el pueblo! ¿Y los 60 chicos que mueren a diario por enfermedades no necesariamente letales?
Seguramente no son del pueblo argentino. Deben de ser estratosféricos.
5. Mañana 18 hay elecciones en Irak. "El pueblo va a decidir qué quiere" Esto es una tomadura de pelo. ¿Qué pueblo?
¿Es que todavía habrá alguien en este mundo que crea sinceramente que "el pueblo" decide? ¿No se han dado cuenta aún que aludir al pueblo es solo una cortesía del poder?
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Acerca del enseñar y del aprender

(Por Carlos A. Trevisi)

He aprendido que el tipo al que se le ha "enseñado" está a la espera, que es una forma de decir a la defensiva: "oye" lo que le "dicen", se fortalece en "afueras, pequeñeces y mentiras" y "pide" para poder seguir; le trazaron una línea y a marchar por ahí; basta con creer. En cambio el que aprende, "escucha" al que "habla", analiza "adentros" descubre "grandezas"; desprecia pequeñeces y mentiras y "otorga" para poder seguir; no le alcanza con la fe.
Unos y otros adoptan actitudes cuyas resultantes arrojan un "tipo" al que clasificamos como miserable, obcecado, solitario, machista, autoritario, abierto, apasionado, amplio, democrático, dialógico, cosista, exigente , egoísta, especulador o de mil otras maneras.
Elige cuál prefieres.
Terminemos con el enseñar.
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Acerca del aprender de nuestros hijos

(Por Carlos A. Trevisi)


Coincidiremos en que cualquier proceso educativo sistemático tiene un aquí y un ahora.
Cada lugar se corresponde con un momento de nuestra existencia. El lugar es nuestro "aquí", con su carga de afectos, anécdotas, épica, usos y costumbres; con sus senderos serranos; con su estación de ferrocarril, iglesia, escuela y cementerio; con el tendero de la esquina, el borrachín; el policía; el fútbol, la bicicleta, las luminarias de la calle principal; la plaza de toros; las fiestas locales...
Sin embargo, ese "aquí", lo más probable, es que "mañana", dadas las características del mundo que nos toca vivir, sea un "allá": un país distinto, una ciudad desconocida; acaso sin sierras ni plaza de toros, con borrachines ajenos, con muertos ignotos... Distintos lugares, distintos momentos de un tiempo que marcan otros. Ya no hay un "aquí" para siempre.
Por eso, para abordar la educación sistemática, es menester contemplar que hemos de transcurrir en respuesta a circunstancias laborales, de estudio, personales o de familia en un contexto dinámico, de cambio, incierto, tan incierto como la vida misma, donde nada está garantizado.
Si asumimos que es así, padres y escuela debemos dar a nuestros niños una formación que autorice su inserción plena en el mundo, una forma de ser en cuyos logros es menester un alto nivel educativo y gran adaptabilidad social; que aprendan a reconocerse, a saber de sus propias capacidades, a ser dueños de su voluntad, de sus afectos, de su inteligencia y de su libertad.
La enseñanza se canalizará a través de la investigación, del aprender a aprender y no desde los datos. La estrategia del aprendizaje debe favorecer una curiosidad tal que motive una búsqueda que impulse al acto de aprender.
Entonces habremos cumplido con ellos. Y con nosotros mismos.
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Acerca de la familia y la escuela

(Por Carlos A. Trevisi)

La familia es el núcleo fundacional de la personalidad y la primera educadora. Es en su seno donde el hombre comienza a relacionarse. Es el punto de partida del encuentro con un "tú" , del diálogo en el afecto. Cabe a la familia la serenidad, la exigencia y la reflexión para iniciar al hombre en ese inacabable viaje hacia sus propias armonías, a su plena personalidad, a su libertad. La familia es la institución más proteica de nuestra sociedad. Los aportes de sus miembros la dinamizan, la perturban, la ponen en crisis.
No sucede lo mismo con la escuela, institución ésta que asumirá muy tempranamente, sin embargo, un rol preponderante en la vida de los niños. Si bien su función es recrear circunstancias a partir de la herencia socio-cultural en la que se inserta, y ponerlas en acto, el vértigo del momento que nos toca vivir no le da tiempo a procesarlas. La escuela es poco homeostática y "subordina sus fines sociales a las necesidades de preservación de su estructura" (Ernesto Gore) dejando la calle afuera.
Un padre conlleva en sus adentros la idea de que su hijo tiene que superarlo, ser mejor que él; es propio de la naturaleza humana la proyección de los padres en sus hijos. Sin embargo, no siempre sabe encarar el tema de su educación en el ámbito de la escuela.
La escuela no está sólo para que aprendan a leer y escribir: Entre sus varias responsabilidades, tiene aquélla de socializar a los niños, de hacerlos partícipes de la civilización en la que les cabrá actuar de mayores cuando su vida los obligue a la toma de decisiones. Esta función de la escuela, que es de las más importantes, pues ataca el plano actitudinal del proceso de crecimiento, nos pone a los padres en un pie de igualdad con las autoridades académicas y con los maestros.
Para abordar la educación sistemática, es menester contemplar que transcurrimos por la vida en respuesta a circunstancias laborales, de estudio, personales o de familia en un contexto dinámico, de cambio, incierto, tan incierto como la vida misma, donde nada está garantizado.
Si asumimos que es así, padres y escuela debemos dar a nuestros niños una formación que autorice su inserción plena en el mundo, dotarlos de una personalidad crítica, dialógica, amplia, abierta, democrática, abarcativa, libre...
Es menester que nuestros niños tengan un alto nivel educativo y gran adaptabilidad social; que aprendan a reconocerse, a saber de sus propias capacidades, a ser dueños de su voluntad, de sus afectos, de su inteligencia y de su libertad.
Los maestros canalizaremos la enseñanza a través de la investigación, del aprender a aprender y no desde los datos. La estrategia del aprendizaje debe favorecer una curiosidad tal que motive una búsqueda que impulse al acto de aprender.
El maestro debe postergar el discurso e imponer el acto. El maestro es amplio, es comprensivo, es dialogal y todo lo demás porque actúa así. Y la familia es serena, exigente, dialógica porque la vivimos así.
Cambiar para crecer, ésta es la fórmula.
Y el cambio tiene que venir de la mano de un proyecto que integre las más variadas disciplinas con un objetivo que las excede en lo particular: el descubrimiento, por parte de los alumnos, de una nueva y distinta perspectiva para aprehender la realidad; aquélla que resulta de la integración de los temas que ellos mismos eligieron. De este modo, un trabajo de proyecto será lo que resulta de una tarea mancomunada maestro-alumno con eje en el aula , en respuesta a objetivos generales -de la escuela- y particulares -de la unidad áulica- y en satisfacción de consignas que prioricen el aprender por sobre el enseñar. Será producto de conclusiones, de las que es menester dejar un registro, y síntesis de la tarea llevada a cabo; deberá ser amplio para abarcar; abierto para incluir; flexible para facilitar la articulación de nuevos contenidos; heterogéneo en respuesta a los múltiples intereses de los alumnos; homogéneo en tanto resultante integradora de contenidos; estético en satisfacción de las formas; expandible en tanto autorice agregados a los contenidos ya existentes; e interrelacionado, de modo que subuyazca una red que vincule los contenidos entre sí.
Compete al maestro elegir sus contenidos, destacar relaciones, establecer tiempos, orientar búsquedas y sugerir y administrar recursos y materiales.
Compete a los alumnos elegir temas, transformar las relaciones en encuentros, conseguir material y manejar los recursos.
Compete a los padres abordar a sus hijos a partir de ellos mismos, compartiendo sus gustos y asumiendo sus necesidades; brindando seguridades; hospitalizándolos cuando se quiebren y alentando cuanta actitud de grandeza nazca de ellos.
Así habremos cumplido.
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martes, diciembre 13, 2005

Vergüenzas, mentiras e inconciencia

(Por Carlos A. Trevisi)


Nuestros últimos artículos hacen referencia a ese toque decadente que venimos observando en la sociedad española. Desde aquel título de Rosa Montero que habla de un “país primitivo” hasta “Acerca de los niños y la tele”, pasando por la “Respuesta a un docente de instituto”, todo parece indicar que hay algo más que fatalismo en las cosas que nos suceden.

Veamos si no.

1. 98 muertos en las carreteras españolas en el transcurso del puente de la Constitución (inconciencia).
2. Las tropas españolas en Irak, que no fueron enviadas al frente de lucha (según el gobierno de Aznar) sostuvieron 40 combates en 48 días (ocultación).
3. Caso “Prestige”: “que separen el barco de la costa hasta que se hunda”, orden dada por el Director General de la Marina Mercante sin verificar los primeros detalles del naufragio, apenas dos horas después de conocerse que el petrolero zozobraba ( el gobierno de Aznar sostuvo que la decisión se tomó al día siguiente de conocerse el hecho y luego de varias consultas con expertos: mentira)
4. 20 millones de españoles no usan la red Internet y el 70% no cree que sea de utilidad (desactualización)
5. “Marca” (fútbol) es el periódico más leído en la franja de las publicaciones nacionales (intrascendencia)
6. Los pueblos del entorno del futuro Parque Nacional del Guadarrama planean construir 60.000 viviendas nuevas (irrespeto e inconciencia ecológica)
7. Más de setenta mujeres muertas a manos de sus parejas en lo que va del año. (violencia)
8. Sólo el 3,3 % de los alumnos de la UNED hizo uso de su derecho a elegir al rector (desinterés, abulia)
9. Un teléfono ayudará a los maestros acosados por sus alumnos (calamidad y falta de compromiso docente)
10. Un director de instituto amenazado en su propio despacho por un padre (vergüenza)
11. El sindicato ANPE crea un servicio de atención sicológica y jurídica para los maestros que se sientan amenazados. El 72 % de los profesores tiene una alta probabilidad de sufrir depresiones laborales. (vergüenza)
12…
Sigue tú. Seguramente encontrarás mucho más escarbando en tu faltriquera de disgustos.

Si partimos de la base que los valores tienen que ser transmitidos y las virtudes enseñadas (Rafael Díaz Salazar, El País, 11 de diciembre de 2005) evidentemente, ni aquellos se han transmitido ni éstas enseñado.
Como decíamos en “Este país tan primitivo”, ha fallado la educación. Claro que ahora habría que agregar “ciudadana”: ha fallado la educación ciudadana.


Tenemos que terminar con la mentira, con las amenazas, con los monólogos, con la violencia, con la muerte, con la vergüenza, con la intrascendencia y con la inconciencia, y lanzarnos a la búsqueda de los demás. Si no es por amor, que sea por conveniencia, pero hagámoslo, intentemos descubrir al otro.

Referencias

Acerca de los niños, los jóvenes, los padres y la “tele”
Actitudes y contenidos: respuesta a un docente de instituto
Este país tan primitivo

domingo, diciembre 11, 2005

Acerca de la hijadeputez

(Por Carlos A. Trevisi)

Uno es una mala persona a partir del desencuentro malicioso con el otro.
Pero sería muy pueril asumir la hijadeputez a partir de las relaciones interpersonales. El tiempo y las circunstancias históricas han ido derivando este “mano a mano” artesanal de la impudicia hasta lograr su industrialización. En pocas palabras, de aquel ratón que se quedaba con los dineros de la hermana ausente se ha pasado a la fábrica de fechorías, tal cual pasa con otras cosas, por ejemplo con la muerte, cuya cadena de producción ha hecho olvidar el romántico asesinato a cuchilladas que cometía el buen vecino que encontraba a su mujer con otro.
El mayor disparador de fechorías es el dinero. Desde lo más antiguo, este portador de miserias registra en su haber tanta inmundicia y ha calado tan hondo en el natural egoísmo del hombre, que no creo que exista nadie que pueda haber escapado de los perjuicios que originan, por igual, su abundancia o escasez. Los casi 400 años que separan “El Mercader de Venecia” (prueba del desenfreno por poseerlo) y “La Busca”, (prueba de los estragos que causa su carencia) dicen de su palpitante actualidad a lo largo de la historia.
La ambición de poder no se queda atrás. Shakespeare nos trae el paradigma de la ambición en una Lady Macbeth que no tiene límites en su afán de poder, o el más carnal Hitler que ofendió al género humano aniquilando “industrialmente” a millones y millones de hombres.
Sin embargo, nada más explosivo que la combinación de ambos: el dinero y el poder.
Está síntesis, que no necesita mayores explicaciones a la luz de lo que vemos que está sucediendo en el mundo, tiene como protagonistas a la peor excrescencia que habita el planeta: los financistas y los políticos.
Difícil encontrar un país que escape a esta miseria, aunque sin duda, los políticos y hombres de negocios hispanoamericanos se llevan las palmas: por la cantidad de ellos que lo han hecho con toda impunidad y las millonarias cantidades que han autorizado se expolien con ingentes beneficios para sus patrimonios personales.
(Para abundar en contenidos de "El Socialdemócrata" acuda a : http://socialindice.blogspot.com)

sábado, diciembre 10, 2005

Acerca de los niños, los jóvenes, los padres y la tele

(Por Carlos A. Trevisi)

La televisión no es ajena al telespectador, no está enfrente de él, no es un estímulo que su cerebro pueda procesar como si fuera un objeto extraño ante el que eventualmente podría reaccionar. La televisión es una prolongación de sus afectos, de su voluntad, de su inteligencia, de su libertad. La grandiosidad de la televisión consiste precisamente en eso: se nos incorpora, pasa a ser parte de nosotros mismos.
La televisión no es dialógica, didáctica ni pedagógica. No nace para serlo. Nace porque hubo quien tuvo la capacidad técnica de transferir una imagen por el espacio. Tampoco es una arma letal; ni un entretenimiento. Su trascendencia radica en que no se la puede encuadrar: sirve para todo lo que puede servir una imagen que es captada por una antena que la recoge allí donde se instale, y a la que todo el mundo tiene acceso. Es el ojo bobo por el que entra la realidad a los hogares. Un ojo que exhibe imágenes indiscriminadamente, sin orden alguno, sin prioridades, que dispara al bulto sin tener en cuenta a sus destinatarios: niños, jóvenes, adultos y ancianos; pega y pega.
Contrariamente a lo que sucede con el ordenador, que es interactivo, la televisión no sostiene diálogo alguno con el telespectador. Lo inyecta , se "le" instala y su cuerpo lo asimila como un alimento, como el oxígeno que lo mantiene vivo, como el afecto del que no puede prescindir.
El problema radica en los contenidos que inyecta. No siendo didáctica (para poder seleccionarlos); ni pedagógica (para poder orientarlos) y asumiendo que tampoco es un arma (para poder eliminar algún tipo de espectador, dejando otros a salvo), ni un entretenimiento (sólo para poder pasarla bien), sino todo a la vez, la heterogeneidad de su videncia y la amplísima gama de contenidos a los que puede apelar, impiden una racionalización de sus entregas. Si unimos a esto que es tan masiva como para desatar una multitud de intereses que van desde lo económico-financiero hasta lo artístico, sólo una sociedad ideal tendría una televisión que no alterara las conciencias.
Y ahí están nuestros niños, apabullados por contenidos desvalorizados, atrapados en una maraña de imágenes que superficializan su vida, que lo insolidarizan con su vida familiar, que los aletarga en un ocio improductivo, que los impulsa a falsas imaginerías de las que ellos son apenas sujetos virtuales.
Y nuestros jóvenes, desideologizados, brevando del éxito fácil, del tener, de la apariencia, de la moda, del conformismo, del utilitarismo, del individualismo, como si fueran metas a perseguir.
Es menester detener el avance de esta televisión, someter su estilo, transformarla en un recurso que nos ayude a impulsar actitudes críticas, comunitarias, solidarias, reflexivas, independientes, apasionadas, consecuentes, dialógicas, democráticas.
El sólo intento ya será un éxito.
(Para abundar en contenidos de "El Socialdemócrata", ver http://socialindice.blogspot.com )

viernes, diciembre 09, 2005

Respuesta a una carta enviada a "El País" por un docente de instituto: Los valores y las actitudes

(Por Carlos A. Trevisi)

Un docente de instituto, en carta de lectores enviada a "El País" el jueves 8 de diciembre, manifiesta no entender cómo es posible que una ley de educación diga que lo importante son las actitudes y no los contenidos.
Podría contestarse someramente diciendo que los contenidos, sujetos a la memoria, por bien aprendidos que sean, se desvanecen con los años, mientras que las actitudes, bien aprehendidas , se afianzan y fortalecen en el transcurso de nuestras vidas. Sin embargo, he preferido abundar en el tema porque es de opinión generalizada que la educación consiste en saber cuánto mide "El Tajo", o aprender el MCD o el MCM, que,debo decir, los estudié oportunamente, pero jamás he tenido ocasión de recurrir a ellos para que compartieran las tantas satisfacciones (o colaboraran con las aflicciones) que, alternativamente, han alegrado o entristecido mi larga y entusiasta vida.
Los valores
Comencemos por los valores, que así llamaremos a aquellas virtudes capaces de generar efectos deseables. El amor, la entrega, la belleza, la justicia, la amistad, la misericordia son valores inapreciables en la medida en que satisfacen necesidades y proporcionan bienestar. (1)

Se podrá decir que el aporte del amor poco tiene que ver con la ley de Boyle-Mariotte (2) o con los quinientos elefantes ( o cinco mil, ya no recuerdo) que utilizó Aníbal en el cruce de los Alpes. Sin embargo, sólo es así cuando la famosa ley o Aníbal son un dato en el proceso de enseñanza-aprendizaje, cuando se los enseña como mero ejercicio de la memoria, como dato. Cuando la enseñanza se orienta hacia lo actitudinal, cuando hemos ayudado a nuestros alumnos a descubrir el valor de ser críticos, comunitarios, abiertos, dialógicos; cuando han aprehendido el valor de la voluntad, del amor, de la inteligencia y de la libertad, descubrirán por sí mismos algo más que el mero formuleo matemático o las campañas militares del cartaginés: lo asociarán con el esfuerzo, la lucidez, el coraje, la entrega, y a la ley, con la precisión y la constancia de sus descubridores; se adentrarán en los datos a partir de las circunstancias históricas de tiempo y espacio en que suceden, la plataforma científico-técnica a partir de la cual se dan, el medio socio-económico que las autoriza y mil detalles más.

Habrán descubierto a quienes han encarnado esos valores. Entonces sí abordarán el dato: ya habrá suscitado interés; ya querrán saber quién pudo haber juntado tantos elefantes para hacer una guerra.

La realidad
Sigamos con la realidad

El mundo necesita hombres consustanciados con la realidad que les toca vivir, tan compleja como no lo ha sido jamás. Y no basta con relacionarse con ella, hay que salirle al encuentro. Y muy bien pertrechados. (3)

Contrariamente a lo que sucede normalmente durante la primera etapa de la vida, que autoriza búsquedas que desacatan el llamado de la realidad, de pronto, gracias a un ejercicio intelectual y volitivo que nunca cesa, uno descubre que es la realidad la que nos convoca, haciéndonos actuar en respuesta a sus estímulos. Anonadado, uno ve, entonces, que las cosas cobran una grandeza que antes jamás tuvieron. Su brutal presencia nos lanza a la aventura de penetrarlas hasta abrasarnos en ellas.

Sólo una necesidad personal profunda puede motivarnos a abordar la realidad. Y abordar la realidad es penetrarla profundamente. Ese fuego que nos lleva a ver las cosas más allá de lo que denotan exige un arsenal de saberes y una gran armonía para reconocer hasta dónde podemos llegar. Para esto es imprescindible haber visto el mundo y haberse visto uno mismo para insertarse en él. El proceso es lento y la senda ríspida. No hay enciclopedia que nos lo explique, no hay ideología que nos arrope. Hace falta poder de observación y capacidad de análisis.
El punto de partida puede ser un pieza literaria, una obra de teatro, un cuadro, una película... Acaso el Quijote cuando habla de la “razón de la sinrazón” (tan aplicable a estos momentos históricos cuando nos apartamos de las esencias y quedamos atrapados en las circunstancias); o “El 2 de mayo” de Goya (4) que connota mucho más que lo que denota, de modo que su aprehensión nos abrirá camino hacia una infinidad de nuevos conocimientos y experiencias no necesariamente vinculadas con el arte), o Unamuno (5) en su “Vida de Don Quijote y Sancho” donde nos hace ver que el único éxito radica en encontrar compañeros de lucha; u Ortega cuando habla de rebeliones, o Nietzsche (6) con su superhombre; o Isaacson cuando, siguiendo a Buber (7), nos revela “la revolución de la persona”; o viendo una película como “Doce hombres sin piedad” en el que se muestran todas las actitudes que asume un ser humano ante una situación límite; o leyendo a Shakespeare, a Faulkner (8), a Whitman (9), o a John Dos Pasos (10) en su “Manhattan Transfer”.

La Banalidad

Ése es el camino, porque en este análisis se aprende a ver el mundo y los trastornos que se están operando; la escasa resistencia que se opone a la banalidad; la complaciente estupidez de los que se conforman con que les “digan” o simplemente con “oír”; la desvaloración de palabras como “libertad” o “democracia”; “pobreza”, “guerra”, “muerte”, “vida”, “amor”... o la sacralización de palabras tales como “mercado”, o “competitividad”, o “capital” desoyendo el clamor de los que demandan controles, trabajo y solidaridad; el descubrimiento de que el “optimismo”, esa gracia que nos envuelve sanamente, es vano, y que la “esperanza”, que exige un marco personal y social fluido que transformen la búsqueda ácida en encuentros, se transforma en mera ilusión.
Concluyendo en que...

El compromiso que asumimos al “ver” nos obliga a una nueva aventura: desentrañar al hombre mismo para relanzarlo en recuperación de sus adentros y hacerle ver, a pesar de nuestras propias limitaciones, y con el ardor que nos provoca sabernos tan lejos y tan cerca de la verdad, tan entregados y tan egoístas, tan sagaces y tan torpes, que el mundo de las realizaciones se sustenta en la prodigalidad de quienes poseen la rarísima cualidad, que muy pocos pueden ostentar, de anticiparse a las circunstancias gracias a un manejo casi perfecto de sus variables y como resultado de una profunda consustanciación con la realidad; que es imprescindible que aprendan a tejer con precisión su entrecruzamiento y llegar a conclusiones atribuibles a la fuerza íntima que anima a una perpetua búsqueda.

Y que esas actitudes poco tienen que ver con la longitud de "El Tajo" o con el MCD o el MCM, como no se descubran en respuesta a la fuerza íntima que anima a una perpetua búsqueda.

A eso tenemos que aspirar.

Referencias en Internet

(1)
A la luz de los valores: http://members.tripod.com/~DenisSantana/
(2)
Boyle Mariotte: http://perso.wanadoo.es/cpalacio/boyle2.htm
(3)
Acerca sobre cómo ver la realidad y de cómo acometer realizaciones
(La realidad está oculta tras la máscara del discurso, en Tendencias 21)
(4)
Goya: http://www.imageone.com/goya/index1.html
(5)
En http://www.lakermese.net/cartonero25.html , “El sepulcro de D. Quijote”, texto completo
(6)
Nietzsche: http://www.nietzscheana.com.ar/
(7)
Buber: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1510
(8)
William Faulkner: http://www.ctv.es/USERS/borobar/william.htm
(9)
(Walt Whitman: http://www.whitmanarchive.org/
(10)
John Dos Passos: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1659)

(Para abundar en contenidos de "El socialdemocrata", ver http://socialindice.blogspot.com)

jueves, diciembre 08, 2005

Este país tan primitivo

Rosa Montero ( http://www.rosa-montero.com ) en “El País”, domingo 4 de diciembre de 2005:

“Asisto estupefacta a este baile de resquemores provincianos, a este melodrama cateto y minúsculo y tanta reivindicación patria por todas partes y me pregunto qué neurona tenemos mal conectada los españoles en qué ha fallado fundamentalmente nuestra cultura y nuestra historia para que arrastremos este espíritu intolerante y cerril. Porque se diría que siempre hemos sido así: una sociedad enemiga de sí misma, dividida en mil grupos mal avenidos y dispuestos a sacarse los hígados unos a los otros”

Nota de Carlos A. Trevisi
- Ha fallado la educación.

Recomendamos entrar en http://www.elmundo.es/elmundo/escorpion.html, muy buena.

miércoles, diciembre 07, 2005

El Mercader de Venecia, la ley y la piedad

Recordaréis seguramente el argumento de “El mercader de Venecia”, impío éste que, distante del dolor ajeno y haciendo imperar la ley por sobre la piedad, exige a su deudor a que se someta a los términos del contrato oportunamente acordado: entregar una libra de su propia carne en caso de incumplimiento de pago.
Comentábamos en un artículo anterior acerca del poder de la ley por sobre la libertad, a la que reducía sólo a sus designios, que no malignos, aunque sí implenos. También habéis leído aquel artículo en el que decíamos que había quienes sostenían que la salud no era un derecho y que debía prevalecer, por encima de todo, el derecho de propiedad de los titulares de las patentes (la ley), de modo que aquellos que no dispusieran de medicinas por su incapacidad cierta de no poder crearlas, o aquella otra no menos cierta de no tener recursos para adquirirlos, no podían apelar en donación a quienes sí se habían empeñado en su creación y elaboración.

En su argumentación ante el tribunal, Shylock, que así se llama el mercader, dice:

“Exigiré lo que se me debe y la pena estipulada en el convenio. Si me lo negáis, ¡desgraciadas sean vuestra Constitución y las libertades de vuestra República! […] ¿Qué fallo puedo tener si no he hecho mal alguno? […] Esa libra de carne que os pido me pertenece, la he comprado a buen precio y la quiero. ¡Caiga el baldón sobre vuestras leyes! […] espero que se me hará justicia. […] ¿Quién me obligaría a ser clemente?

El abogado le contesta:
[…] la clemencia ha de ser espontánea y debe caer como el suave rocío del cielo cae sobre las plantas. Doblemente benéfica: hace bien al que la da y a quien la recibe. […] Así, pues, aunque la justicia sea el argumento del que te vales, recuerda que si sólo alcanzásemos justicia en la vida no habría salvación para ninguno de nosotros. […] Todo lo que digo es para inducirte a moderar la justicia rigurosa de tus pretensiones.

Analicemos ahora nuestra realidad. ¿Con quien se identifica usted, con Shylock o con el abogado? Piense en los inmigrantes, los ancianos abandonados, los niños que mueren a diario en el mundo, las guerras, las torturas... ¿No siente un desgarro?
Pues, yo sí.

martes, diciembre 06, 2005

La libertad a propósito del Día de la Constitución

(Por Carlos A. Trevisi)

Nos toca vivir un momento aciago; todo se confunde. La Guerra de Irak es paradigmática en este sentido. Al operativo bélico se le ha dado el nombre de “Libertad Permanente”.
El ordenamiento legal establece que la libertad de cada uno termina donde comienza la de los demás. En ese sentido, la ley es el marco regulador de las relaciones entre los ciudadanos; marca los límites; es seguridad, razón, taxonomía, cantidad.
La libertad, sin embargo, fuera del ordenamiento legal, trasciende lo meramente relacional para dispensar el encuentro, el acto desalienante por excelencia, "el instante de suprema lucidez que somos capaces de alcanzar los hombres". La auténtica libertad consiste, así, en la creatividad espontánea con que una persona o comunidad realiza su verdad, es fruto de una fidelidad sincera del hombre a su propia verdad.
La libertad es conciencia, es el adentro-verdad; es diálogo, comprensión; comunión; solidaridad, exigencia, amplitud, reflexión, apertura, pasión, justicia... La libertad devela, esclarece, amplía, invita; es incierta, incómoda; está más allá de la ley. En este contexto la libertad no sólo no se acota sino que se amplía en el encuentro con otras libertades; la insignificancia de uno en libertad deviene en la grandeza de una comunidad en libertad.
La ley vela, oscurece, limita, obliga; es sólida, confiable; certera, confortable: nos dice lo que no debemos hacer y hasta lo que debemos.
Siendo que las comunidades apelan a su conciencia y las instituciones a la ley, corresponde a los gobiernos, depositarios de aquélla y garantes de ésta, disipar los temores de una subyacencia de recelo con respecto a la libertad y a las iniciativas de la comunidad. En tal cumplimiento, exhibirán actitudes políticas francas, alejadas de toda sospecha de indiferencia para con situaciones humanas concretas, o de intencionalidad en la creación de un mundo abstracto con valores desconectados de la realidad.
Aunque la sospecha incumbe por igual a la ley y a la conciencia, en el marco de la ley, que garantiza las libertades individuales y se reserva la condena por actos ilícitos, la sospecha abre un camino a seguir, acaso uno más, para garantizar la justicia de su accionar y poder condenar o exonerar con certezas.
En cambio, en el ámbito de la conciencia, la sospecha es el punto de inflexión a partir del cual asumimos que se resquebraja el andamiaje ético de los valores que hemos elegido, que se posponen las metas que nos hemos impuesto, que se tuercen los procedimientos.
En esta sospecha estoy, sobre todo cuando el PP organiza un acto en conmemoración de nuestra carta magna y habla de libertad.

domingo, diciembre 04, 2005

Coincidencias indispensables

(Por Carlos A. Trevisi)

He llegado a una conclusión largamente acariciada: para hablar de política es menester que los participantes se instalen en un nivel donde las coincidencias sean totales; por ejemplo, que los intereses económicos y financieros tienen más fuerza que la política y , consecuentemente, que el mercado puede más que los políticos.
Si consiguiéramos hablar a partir de esa verdad compartida, verificaríamos que los enconos y las crispaciones se utilizan sólo para capitalizar voluntades que apenas si sobrevuelan lo visceral.
Si continuamos con la conversación en torno del desasosiego de la gente respecto de la vida agitada que lleva, de las obligaciones a las que la somete su afán por consumir y consumir, si la conversación sigue este derrotero, como decíamos, tampoco habrá discrepancias.
Si coincidimos, igualmente, en que las instituciones tradicionales en las que se fundaba el “método” social están menguando –cuando no desapareciendo (la familia, los sindicatos y las fuerzas armadas, amén de los pilares de la ciudadanía: el estado, la educación, la justicia y la política, de los que todos descreen) , pues coincidiremos nuevamente que vamos por donde no debemos.
Se agrega a esto el desempleo, la inestabilidad en los puestos de trabajo, el empleo precario y una oferta laboral por debajo de las capacidades intelectuales de los trabajadores; la amenaza de nuevas guerras, el terrorismo y hasta los índices estadísticos acerca de la salud, que señalan que millones de personas caen en la depresión.

La solución a este desaguisado no pasa por las ideologías.
Tampoco por la crispación del espectro político.
Ni por la prepotencia.
Ni por la burla.

Las derechas neoliberales, impulsoras de la globalización, son partidarias del mercado como regulador natural de las relaciones que se establecen en el ámbito de la sociedad: entre los individuos y entre estos y las “cosas”.
Hay un determinismo en el ideario conservador. Todo debe permanecer como estaba; que nada cambie. Y ahí radica la contradicción: se suben al cambio económico de la globalización y aspiran a que en lo social las viejas instituciones, las viejas costumbres, las viejas doctrinas, la moral, los usos sociales permanezcan tal cual.
Las derechas neoliberales necesitan ejercer el poder político para consolidar el económico y a toda la gente en casa, “que ya nos ocupamos nosotros”.

Las izquierdas, encarnadas mayoritariamente por el PSOE, que no pueden negar ni la globalización ni la presencia del mercado como factor muy determinante de esas relaciones, intentan regular su accionar. Entonces convoca a las minorías desde siempre ausentes: a los homosexuales, a los que les concede derechos; a los trabajadores, con los que dialoga convenios de trabajo; a los educadores, para que opinen, y a los padres de familia para que se sienten a una mesa de trabajo para llegar a un acuerdo; a los catalanes para que manifiesten sus necesidades; a los asesinos de ETA, con los que está dispuesto a dialogar no bien depongan las armas…
Las izquierdas necesitan el poder político para consolidar la igualdad de oportunidades. Y toda la gente en la calle porque es la ciudadanía la que tiene que ocuparse.

Este escenario es imposible de conjugar si las derechas no asumen que la verdad desde la cual partimos cuando nos pusimos a conversar también sigue vigente cuando se baja a los hechos políticos, que sigue siendo verdad, y que el momento que nos toca en suerte vivir exige diálogo y la mejor disposición para escuchar.
(Ver La salud no es un derecho y si se quiere abundar, con comentarios, ir a Ensayos Ateneo)